¿Qué es una Persona Moral?

 

Como Dios mira a la Iglesia y las Naciones

 

Por David Scott, John Cunningham, y George Smeaton

 
 

Volvió la mar en seco; Por el río pasaron á pie; Allí en él nos alegramos.  Salmo 66:6

 

Venció (Jacobo) al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó: en Betel le halló, y allí habló (Dios) con nosotros.  Óseas 12:4 

 

Empero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que había de ser descubierta.  De manera que la ley nuestro ayo fue para llevarnos á Cristo, para que fuésemos justificados por la fe...Así también nosotros, cuando éramos niños, éramos siervos bajo los rudimentos del mundo. Gálatas 3:23, 24;  4:3

 
 

1.     Sociedades eclesiásticas y nacionales son personas morales. Por persona moral quiero decir que cada una de este tipo de sociedad tiene un entendimiento y voluntad propia, por la cual percibe, delibera, y actúa.  Una persona individual, es uno que tiene el poder del entendimiento y de voluntad; el nombre «persona moral» es así pues aplicado a una sociedad, teniendo un entendimiento y voluntad común al cuerpo entero, por la cual, aunque compuesto de un multitud de individuales, posee el poder de conocer, deliberar, determinar, y actuar.  Una persona moral puede entrar en contractos y pactos obligatorias; y estos son tal validos cuando entrado, como las obligaciones de un pacto de personas individuales.  Siendo personas morales, iglesias y naciones son capaces de entrar en pacto con Dios; y que es su obligación de serlo, lo he mostrado en la sección anterior.  Tales obligaciones, cuando constituidos en acuerdo con la voluntad de Dios, son necesariamente perpetua; porque no son los individuales simplemente de la cual la sociedad consiste,  sino la sociedad misma, como persona moral, que hace pactos.  En el caso de pactos personales, nadie pondrá en duda que la obligación del pacto extiende a la vida entera del individuo; el mismo principio prevela en relación al pactando social; la obligación extiende durante la existencia de la persona moral.

 

2.     La iglesia es un cuerpo que existe permanente.  Ha padecido, de veras, varias cambios en su administración externa, sin embargo es la misma como cuándo primero fue constituido.  La iglesia en el desierto de Sinai es idéntica con la iglesia en los días de Adán y Eva, y continua aún la misma persona moral hoy en día.  La eliminación por la muerte de individuo miembros, no destruye la identidad de la persona moral, cual queda inalterado aún por la eliminación de un mil generaciones.  Obligación pactado que es entrado por la iglesia, en cualquier dado temporada, continua de ser obligación perpetua tras todas las generaciones postreros, y eso también, sobre el principio reconocido que la iglesia continua la misma persona moral.

 

--David Scott, Principios Distintivos de la Iglesia Presbiteriana Reformada, pp. 61-63.

   

En los días largas traseras al tiempo de la liberación de Israel de Egipto, la Iglesia cantaba, «Volvió la mar en seco; Por el río pasaron á pie; Allí en él nos alegramos» (Salmo 66:6).  La Iglesia, trasera a la venida de Cristo,  es representado como una casa en la cual Moisés sirvió,  pero cual Cristo había edificado, y sobre cual, tal como en los días de los patriarcas tal como en los últimos días, Él gobernó como un Hijo (Hebreos 3:2, 6).  Y a la Iglesia existiendo por todo los tiempos, sin duda pertenece la descripción inimitablemente hermosa, «Cristo también amo la Iglesia, y se dio por ella; Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.»  Como la Iglesia, pues, es un cuerpo, su posición es independiente de los individuo miembros que estén en su comunión; como un agente responsable, tal como un individuo, ella puede estar debajo obligación (en haciendo pactos –SWRB) y cumplirlo; y por cada siglo de su existencia, estar atada a su obligación por sus compromisos.  El mismo principio que es aplicable a la Iglesia en su total, incumbe de ser contemplado por cada Sección de ella en dadas circunstancias. ¿Si la Iglesia entera pueda entrar en concesiones pactadas, como en Abraham, cual podría traer consigo compromisos tras siglos sucesos, que no debe cada comunidad del mismo, como parte del entero, atarse ante el Señor a servicios de ser realizados por sus sucesores?  ¿Si una sociedad puede hacer un Pacto, qué no debería un individuo de esa sociedad hacerlo de si mismo?  Y si las obligaciones vienen bajo la persona única, no menos que ellos del cuerpo entero, deben de ser descargados, no deben ellos de un dado Sección de la Iglesia visible de ser cumplido por ello, como un cuerpo formando un parte de la comunidad general, aún como los deberes del pacto del total.

 

--Juan Cunningham, La Ordenanza de Pactando, pp. 191-192.

             

El Estado, considerado en su carácter corporativo, es UNA PERSONA MORAL, con una posición y responsabilidad moral.  No es la creación de el tal nombrado compacto social o de la voluntad popular, sino una institución basado en la religión natural.  Se adhiere por un unión moral y religioso; y sus gobernadores son los tenientes de Dios.  Si el Estado es una persona moral, capaz de cumplir su obligación, de cometer pecado, y sufrir castigo, cual todos tienen que mantener que mira el destino de las naciones en acuerdo a la palabra divina, sale que una nación, actuando por sus gobernadores, puede aceptar el cristianismo y hacer una profesión pública de esto como la regla y guía nacional.  Se había mantenido junto anteriormente al reconocimiento del cristianismo por alguna forma de religión por impuro que fuera, sin la cual no hubiera existido.  Y la primera obligación del gobernador civil cuando traído en contacto con el cristianismo y persuadido de su origen divino es de RECIBIR LA BIBLIA COMO LA REVELACIÓN en una manera nacional.  El efecto inmediato de esto es que constituye el Estado un Estado cristiano, y lo compromete a purgar de fuera su religión anterior de la misma manera que las naciones paganas e islámicas se constituyeron, según sus falsas religiones, o el estado ateo fue constituido, por la Convención Francesa.   Una nación tiene que tener una religión, y la única pregunta es, cuál adoptará.  Y cuando el cristianismo viene a la nación, o a la familia, no menosprecia ninguna de estas instituciones, cuales también son divinos en origen, sino entra en ellos con un elevador poder purificador, y dulcemente se une con todo que es puramente humano en ambos.  El reconocimiento nacional de la Biblia como una revelación sujete la nación a su autoridad, aunque un gran paso ha sido obtenido, no expira la obligación nacional, cuando opiniones separándose extensamente prevalecen sobre la interpretación correcta de la Biblia.  El Estado tiene por necesidad del caso ADOPTAR UN CREDO cual será comúnmente preparado por la Iglesia.  La misma obligación que delega sobre un cristiano individuo confronta un Estado cristiano, y naturalmente añade la sanción nacional al credo de la Iglesia.  Tiene que distinguir entre la verdad de las Escrituras y su perversión.  El Estado, por la adopción de un credo, da expresión a la conciencia del ser de una comunidad cristiana.  Confiesa la cristiandad que ha adoptado...La nación, actuando por sus gobernadores, tiene por necesidad adoptar un credo, y así distinguir entre la verdad y el error en la confesión que hace.  Tiene que ser Trinitario o Unitario, Protestante o Católico-Romano, Calvinista o Arminio, por la necesidad de la posición.  Estas líneas separadoras de profesión no se pueden ignorar.  Más que eso; los gobernadores responsables tienen que proclamar una constitución cristiana y adoptar una legislación por todo la historia de la nación sobre los principios de revelación.  Un Estado cristiano es competente de ser la misma confesión de su fe como un individuo hace.

 

--George Smeaton, La Teoría Escocesa del Establecimiento Eclesiástica, pp. 4-6.


   

Traducido por:

Edgar Ibarra




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